

Dos días más tarde me fui por temas de curro a un congreso a Barcelona. En cuanto entré en la habitación del hotel en la planta 22 se me olvidaron por unos segundos las miserias del mundo que está no muy lejos. Uno tarda poco en camuflarse y mutar a rico, nuestra mente es débil y las comodidades materiales en seguida se adueñan de nosotros. Que fácil es amoldarse a algo bueno. Observo las impresionantes vistas desde mi habitación y pienso lo pequeños e insignificantes que somos todos.
El otro día un vagabundo le dijo a mi amiga María una frase bastante buena: "Que pobre es la gente que sólo tiene dinero".
1 comentario:
literalmente fue ( y queda mejor): " la gente es tan pobre, que sólo tiene dinero"
:)
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