miércoles, 17 de noviembre de 2010

María y los regalos

Nos conocimos de marcha por Madriz medio de refilón, quedamos un par de veces y supimos desde el primer momento que esta aventura, como te gusta llamarlo, iba a durar tiempo, con principio y final. Esa pensamiento de que era una cosa con caducidad te hizo, me hizo, nos hizo pensar en que todos los días que íbamos a compartir eran únicos e irrepetibles. Y así ha sido.

De hecho, el mejor día de todos, el último que pasamos juntos, llorando, riendo, besándonos.

Cuando se empieza una relación siempre se tienen miedos y dudas, pero el saber de que algo es imposible, bueno, imposible no, dífícil, ha hecho que esto sea un sueño vivido.



Nunca he estado tan a gusto con nadie a mi lado, nunca he sido yo mismo como lo he sido a tu lado, y como espero serlo a tu lado.

Sólo cosas buenas.

Me has enseñado lo que significa de verdad la palabra regalo. No soy digno, pero tus regalos han sido increibles y lo que han dado vida a mi vida: la fiesta sorpresa en mi casa, el libro de recetas de comida japonesa, Salamanca, las entradas para ver a 30 seconds to Mars,... yo a ti sólo te he comprado una camisa y un pantalón, pero... te he regalado todos, todos los días mi sonrisa y mi buen humor de una persona que ha sido feliz y es feliz.

Mil gracias María.

¿Por qué se ha acabado?

... porque ha llegado el momento en que no nos podíamos dar más. A mí me ha llegado a tocar una responsabilidad no querida y tú necesitas un nuevo reto y una nueva meta. Espero poder ayudarte en el futuro y ser parte de tu gente, de tus amigos.

La vida da muchas vueltas y dentro de un tiempo nos miraremos a los ojos y sabremos si es momento de empezar de nuevo.

He dejado de escribir durante estos meses en el blog porque no me hacía falta desahogarme y llorar solo. Hablaba contigo y hacía cosas contigo como si de mi yo verdadero se tratara. He sido la mejor versión de mí que ha habido nunca y en parte a que eres una persona muy buena y con la que es muy fácil estar.

Mil gracias María.

Contigo no he tocado el cielo, he vivido durante meses en él, y a mi lado, tú, Ángel con rastas.

Ahora ya sé lo que quiero, que tipo de personas quiero que estén cerca de mí y que sean mis amigos, personas naturales, sencillas y alegres, como tú. Has puesto el listón muy alto.

Naturalidad y transparencia, eso lo tengo muy claro.

Tenemos que sonreir como lo hemos hecho desde que nos conocemos, aunque haga mal tiempo y el viento nos congele la cara. Nuestro corazón siempre palpitará y nuestra sangre siempre estará caliente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hace tiempo que leo tu blog. Solo te digo una cosa. Ánimo. Todo se volverá a poner en su sitio.

Grislogia dijo...

Eres grandisimo Emilio.
De hecho, sois grandisimos.