miércoles, 7 de mayo de 2008

Un día normalito

"El que tiene boca se equivoca, y el que tiene un blog más"
Simón de Belle, mayo 2008

Hoy me he despertado media hora antes de que suene la alarma de mi móvil, como fastidia eso. Me levanto y voy al baño y me he vuelto a meter en la cama. No quiero saber la hora que es para no condicionar mi sueño, para no saber cuanto me queda de paz, pero el reloj del baño es un chivato, me mira de reojo y me susurra qué hora es en las Canarias, así que... media hora descansando, soñando despierto y planificando mi día.


Me ducho, desayuno el zumo de naranja de todos los días. Salgo de casa. Por cinco minutos no coincido con la nueva vecina de al lado. Una chica de unos casi treinta años y de mi estatura, muy guapa de cara, tímida, que vive con dos tíos grandes y calvos que tienen de despertador unos móviles con música bakala. En esta vida se puede ser alto y calvo, pero no alto, calvo e imbécil, y estos dos los son. A ella nunca sé que decirla, si nos encontráramos a otra hora sería presa fácil, pero estoy dormido.

Hace tiempo cuando llegaba al metro sacaba el billete o las llaves de casa, así que ahora lo llevo todo en el mismo bolsillo para no equivocarme. En el metro ya empiezo a identificar a la gente, ya me van sonando sus caras. Siempre encuentro sitio para sentarme, me enchufo al móvil y elijo mi canción preferida de la semana para darme los buenos días. Cuando acaban esos tres minutos la vuelvo a poner y un par de estaciones después me pongo a leer. Me distraigo poco la verdad, con lo que soy yo, pero es que últimamente leo muy buenos libros, asesorado por mi amiga, mi amor, Susana.

Llego a mi destino y salgo el primero de la estación, mi paso es rápido y rítmico, bailo la música que escucho. Enfilo la calle hasta mi trabajo, se supone que llego diez, quince minutos tarde, pero no importa porque la policía se retrasa más. Entro en el Rodilla de la calle Princesa a comprarme el desayuno. Un tío como yo que escribe estas guarradas y escucha unas diez canciones de Manowar casi todos los días no debería de entrar en esta cafetería franquicia ni para ir al baño, que están muy limpios, pero es que los bollos están recién hechos y la dependienta es un encanto. No sé cómo se llama, pero siempre me saluda con un "Hola de nuevo, ¿cómo estás? ¿qué tal se presenta la mañana?"... la dejaré de ver en breve porque está embarazadísima y pondrán a una borde en su lugar, una borde que en un par de semanas yendo me comeré con patatas.

Me siento torpemente en mi puesto de trabajo, cierro las cadenas entorno a mi pie derecho y enciendo mi ordenador. Así comienzan el 70% de mis días, claro, que el otro 30% empiezan con resaca, así que no sé qué es mejor. Los días se vuelven una rutina, una rutina tranquila y relajada porque no trabajo en una mina y no tengo que dar de comer a nadie... por ahora...

Hoy no hay red; no es que sea trapecista y hoy le eche un par de cojones al tema, es que no hay red para conectar los ordenadores. Sonrío y empiezo a escribir estas líneas mientras algún informático arregla el problema.

Nada, no hay tu tía, ha pasado media hora y esto sigue sin funcionar, para mí plín, estoy tan feliz escribiendo tontunas. ¿Os gusta como escribo y lo que cuento? Me alegro, no lo hago por vosotros la verdad, pero mola que la gente te anime a seguir narrando tu vida, tus aventuras. A mí me viene muy bien vomitar mis pensamientos para luego horas o días más tarde darme cuenta de quien soy y hacia donde no voy. Me relaja mucho escribir, yo que siempre suelto las cosas por la boca sin pensar, esto de expresarse con letras me convierte en otra persona, me convierte en la mejor versión de mí mismo.

¿Lo más destacable de la mañana del miércoles?

Que se me ha caído encima de las tochas el cajetín del baño o como coño se llama esa cosa que tiene unas toallas dentro, he visto las estrellas. Ha sido la última vez que he llorado.

y... que al irme a desayunar solo, porque mi compañero David está en el postoperatorio de su padre y África está mala, se ha subido en el ascensor una chica morena, alta, delgada, que olía a fresas y muy guapa... eso es decir mucho viendo donde curro.

1 comentario:

TONI dijo...

Me gusta mucho leerte, desprendes una fina ironía o vena sarcástica que me recuerda en ocasiones a un Mendoza mordaz, o sea que si te anima a seguir escribiendo el que te diga esto: bienvenido sea.

Y levántate unos minutos antes para poder entrar bien despierto con todo a la vecinita... ya explicarás! Pero cuidado con sus compañeros de piso que no tienen buena pinta...